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AZAMARA CLUB CRUISES. LA FREE STYLE DE LAS UPPER PREMIUM.

Después de un breve contacto con la naviera, que nos dejo ganas de más, por fin hemos podido viajar en el Quest y saborear la experiencia Azamara.

La elegancia y sobriedad el barco nos fascinó, la medida justa, la decoración suave, la comodidad para desplazarse...garantía de un crucero plácido y tranquilo.








El embarque se realizó con rapidez y eficiencia, destacando la amabilidad del personal y las ganas de salvar las posibles barreras idiomáticas (en Azamara se habla exclusivamente en ingles) . Ese punto, el idioma, es uno de los que pueden detener al crucerista medio español, puesto que todo, exclusivamente todo, esta en inglés: cartas de restaurante, diarios de a bordo... aunque lo cierto es que incorporan en atención al cliente y en los restaurantes y bufetes personal hispanohablante para ayudar a los que no dominen el idioma.

Las maletas llegaron al camarote al mismo tiempo que nosotros, lo que es de agradecer y evita las esperas típicas de otros tipos de cruceros.
Los camarotes son amplios y con muchas amenities, entre ellas el minibar , casi todo gratuito, cesta de frutas, bombones...repuestos continuamente.




 Los salones, sobrios e íntimos, invitan a relajarse y tomar una copa. La piscina, correcta de tamaño para los 500/600 pasajeros que viajan, siempre tiene hamacas libres, zona de ventiladores y atendida por camareros.


TEMA RESTAURACIÓN:

Para mi fue la única decepción de este barco, pues me esperaba más. Aclaro: la restauración está muy por encima de las navieras estándar , pero a nivel de una premium justita...muy por debajo de HAL, por ejemplo. Los restaurantes son de turno libre, tipo free style, con una carta poco variada y repetitiva, que me hizo recordar en muchos momentos a Royal y Celebrity, con los omnipresentes escargots en la carta. Las carnes de nivel bajo, mi compañero las dejo un par de veces por estar duras y correosas. No hay noches de gala ni códigos de vestimenta, lo que hacen de esta naviera una "rara avis " dentro de su categoría.
Los horarios también son un handicap para el público español, ya que TODA la restauración cerraba a las 9 de la noche.

El bufete, donde NUNCA había esperas ni colas, muy bueno pero con poca variedad. Diariamente era temático y, casi todos los días era cocina asiática: india, turca, árabe... demasiado especiado y muy repetitivo. La hamburguesería era fantástica y con variedad de menús.  Mención aparte la noche blanca, con una fantástica barbacoa mediterránea en la que las langostas, el filet mignon y el cava fluyeron sin parar, amén de otras muchas exquisiteces. Fue la única noche en la que, realmente, me sentí en una upper premium a nivel de gastronomía.

 ANIMACIÓN:

Prácticamente inexistente, una noche un cantante y otra un monologuista, y a las 9 de la noche todo muerto excepto el casino, donde tomar una copa (gratuita) mientras escuchas al pianista.
ESCALAS:

Al ser un barco pequeño, permite hacer puerto en lugares que otros barcos no pueden e incluso, hacer noche, lo que añade un plus al hecho de pasear por una ciudad en horas en los que otros barcos han zarpado. Atracar en el centro de la ciudad también se agradece, pues permite ir a dar un paseo nocturno sin más complicaciones. Una delicia.




RESUMEN:

Un buen barco, con un precio bastante más asequible de lo que muchos se imaginan, una relación calidad precio fabulosa.  Buena comida en general y un servicio esmerado y atento sin llegar a ser empalagoso. Una estabilidad fantástica, mucho más que la mayoría de barcos que he viajado y, desde luego, mas que en la mayoría de megabarcos tan en boga actualmente. La maravillosa sensación de, casi, estar solo, sin aglomeraciones en bufetes, piscinas, espacios comunes...algo que vale la pena pagar y disfrutar. No es un barco para familias con niños.

Como algo negativo es la pequeña decepción en gastronomía, no tan alta como nos esperábamos, aunque de gran nivel en comparación a la mayoría de navieras. El concepto de free style también choca un poco con el concepto de upper premium, pero lo cierto es que da un punto de relajamiento que se agradece. Los horarios restrictivos también nos pueden chocar, pero te acostumbras. Un impecable servicio de habitaciones durante 24 horas pueden suplir los ataques nocturnos de hambre.